La jovencísima Real Academia de la Lengua desempeñó una encomiable labor allá por el siglo de las luces, llevando a cabo una sustancial reforma que adaptó a la escritura todos los cambios fonéticos y fonológicos que se habían producido a lo largo de siglos y siglos del castellano y regularizando allí donde había irregularidades. Así, por ejemplo, dixo dejó de escribirse dixo para ser dijo (puesto que ya se pornunciaba como una velar fricativa sorda y no como una prepalatal fricativa sorda).
El resultado fue una ortografía clara y transparente, donde por lo general a cada sonido le corresponde una grafía. Nada que ver, por ejemplo, con el inglés ni con el francés, que tienen sin duda ortografías mucho más conservadoras y difíciles y apegadas a la tradición.
En suma, podemos estar orgullosos de que la Academia por aquel entonces decidiera hacer tan modernas reformas, que han hecho de nuestra lengua todo un primor ortográfico. Sin duda, como dijo aquel profesor mío, tenemos una ortografía que no nos la merecemos de buena...
En suma, podemos estar orgullosos de que la Academia por aquel entonces decidiera hacer tan modernas reformas, que han hecho de nuestra lengua todo un primor ortográfico. Sin duda, como dijo aquel profesor mío, tenemos una ortografía que no nos la merecemos de buena...