¡Qué maravilla, qué privilegio ser hispanohablante! Me di cuenta de ello hace poco, cuando hice esa afirmación rotunda esperando mi suela de zapato racalentada en un New York Pizza de Amsterdam. La noche anterior había soñado que no podía articular palabra en mi propria lengua materna, qué atrocidad.
La lengua materna es un gran invento. Parece que cuanto más controlas una segunda lengua, más cuenta te das de que no hay nada como la lengua materna de un@. Casi nunca es igual.
Es un suerte ser hispanohablante en esta vida. Te puedes comunicar con millones y millones de personas. Puedes leer a Quevedo, o a Borges, o Vicente Huidobro. Puedes dezir frases como estar sudando la gota gorda o marear la perdiz. El español con sus hipérboles es una lengua de coña a la par que fermosa.
Y no sólo eso, sino que además posee todo un compendio de bellas y divertidas palabrejas, con sus sufijos, sus prefijos, su etimología tan graciosa. Mis favoritas son tentempié, antojo, berenjenal, desquiciar, quizá, pordiosero, zarrapastroso, retrete, destetar, algarabía, alféizar, enseres, párpado, senectud, pitorreo, pinrel, libélula y jubilarse. Y me quedo sin decir otras muchas, más las que me invento yo, como damosa o tilanilla, y más las muchas que me quedan por aprender (y que aprenderé, sin duda).
Creo que no dejaré nunca de maravillarme ante este tesoro de la lengua de Cervantes. Ya lo decía Sebastián de Covarrubias, y quánta raçón tenía...
sábado, 16 de febrero de 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
... a mi me hace mucha gracia decir "pelar la pava" para referirse a la charla de dos enamorados-as... ¿Nos podrías ilustrar sobre su origen?
¡guapa!
Publicar un comentario