Mañana, día 10 de diciembre, será un día importante para nuestra lengua, porque tendrá lugar, en la sede de la Real Academia Española, la presentación oficial de la
Nueva gramática de la lengua española, evento al que asistirán también SS.MM. los Reyes de España.
He leído que la nueva gramática pretende ser más abierta y reflejar el español en su uso actual. De hecho, tal y como los propios académicos afirman, la nueva gramática se caracteriza por ser, ante todo,
colectiva, panhispánica, descriptiva, normativa, sintética y práctica.
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La Nueva gramática de la lengua española pretende ofrecer un mapa del español en todo el mundo, una representación a escala de su estructura. Se caracteriza por ser una obra:
• Colectiva. Ha sido elaborada por las veintidós Academias de la Lengua Española y muestra el español de todas las áreas lingüísticas con sus variantes geográficas y sociales.
• Panhispánica. Refleja la unidad y la diversidad del español.
• Descriptiva. Expone las pautas que conforman la estructura del idioma y analiza de forma pormenorizada las propiedades de cada construcción.
• Normativa. Recomienda unos usos y desaconseja otros.
• Sintética. Conjuga tradición y novedad. Presenta una síntesis de los estudios clásicos y modernos sobre la gramática del español.
• Práctica. Fija un punto de referencia para estudiantes y profesores del español en diversos niveles académicos".
Esperemos que sea cierto eso de
conjugar tradición y novedad, ya que nuestra Academia no se caracteriza por ser precisamente moderna, al menos a día de hoy. La verdad es que de momento no quiero elaborar juicios ni leer la nueva gramática con ninguna opinión premeditada, pero no puedo evitar, como con todo lo relativo a la RAE, sentir una cierta desconfianza hacia los nuevos proyectos que ésta lleva a cabo, precisamente por lo que a
sintética se refiere. Pero esperemos que sí, que la nueva gramática de verdad sepa conjugar tradición y novedad y reflejar el español actual.
Muy interesante y muy positivo es que el proyecto aúne el trabajo conjunto de las veintidós Academias de la Lengua Española, y de ahí lo de
colectiva y
panhispánica. Es algo que debería ser
de cajón pero no lo es. De hecho, a mí me fastidia bastante que sea precisamente la norma española peninsular* la que se imponga sobre el resto, cuando hay quinientos millones de hispanohablantes en el mundo y nosotros sólo suponemos un ínfima parte de ellos, frente al español de América.
A mi juicio, la
Nueva gramática de la lengua española es, sobre todo, un proyecto sumamente necesario, dado que la última gramática que la Academia publicó fue en el año 1931, y me temo que desde aquel entonces hasta nuestros días se han producido algunos pequeños cambios en nuestra gramática que sin duda deben quedar recogidos en un nuevo texto académico.
Además, el proyecto, en cualquier caso, supone una encomiable labor de documentación, investigación y recolección de datos, un proyecto faraónico que ha llevado más de once años y que sin duda consituye un proyecto muy interesante.
Y ya para terminar, y al margen de la nueva gramática, si de algo estoy muy orgullosa es que que mi profesora Inés Fernández Ordóñez haya pasado a formar parte de la Academia, lo cual no está mal nada mal, porque, además de ser una persona cultísima, muy maja y toda una experta en variedades del español, es la cuarta mujer que entra a forma parte del
androceo académico. Puede que aporte un poco de aire fresco en el
cónclave dinosáurico que es hoy la RAE**.
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* O quizá debería decir la norma de Castilla, ya que por supuesto, canarios, extremeños, asturianos, aragoneses, andaluces y demás hablantes nos quedamos siempre fuera.** Ahí me he pasado, pero es que me apetecía ponerlos un poco a parir.